La B es un hierro. El único mantenimiento estos años ha sido limpiar la cadena y el derivador de los piñones en épocas de lluvia / barro. Un poco de 3 en 1, cepillo por el derivador, un limpiacadenas y lubricante, y listo. E inflar una vez por semana, claro. Pero ayer a los 6.997 Km tuve el segundo pinchazo en la rueda trasera, un clavo o cristal; escuché el roce un par de kilómeros pero no paré por no perder tiempo y acabó atravesando el kevlar. El primero fue a los 2.700 Km. Es decir la Marathon Schwalbe se ha estirado 5000 Km pisando cristales de botellón 3 / 4 veces por semana, y el dibujo no estaba mal todavía. Tenía un montón de cortes, pero aún no tantos como los que luce la cubierta delantera, que lleva prácticamente 7000 Km fundamentalmente urbanos, con salidas rústicas discretas y algunas hazañas por carretera. Recomendable.
Como no podía ser de otra manera y a pesar de la pereza, he pasado un rato de domingo mañanero aprovechando el cambio de cubierta para limpiar a fondo el derivador, los piñones, y cambiar las pastillas traseras de freno. El manual recomienda el cambio cuando la huella es menor de 2 mm, y una estaba completamente lisa. Sin embargo frenaba perfectamente... en fin, no esperaré 7000 Km para volverlos a cambiar, lo prometo.
El ajuste del freno es desesperadamente sencillo, habituado al rato de ajuste de los cantilever o los V-brake. Aflojar un poco la tuerca trasera que sujeta todo el conjunto y el tope que condena la rueda trasera al plegarla, y soltar un poco de cable, porque al ser las pastillas nuevas quedaban demasiado ajustadas. Afinar con el ajuste del cable de freno en maneta y listo.
Ah, por vicio he limpiado el cambio de buje BWR. La bici podrá estar sucia... pero me gusta ver ese buje limpio. Un pequeño homenaje a Andrew Ritchie y a Sturmey Archer.