martes, 20 de enero de 2009

Las ventajas de la Brompton. Con ella hasta el infierno.

Hace unas semanas tuve que ir al Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza para hacer una inscripción de Zaragoza Deporte Municipal. Salí del trabajo en PLAZA a las tres de la tarde y cuarenta minutos después de atravesar el infernal Paseo Pamplona el no menos peligroso Paseo de la Constitución ya estaba en el pabellón.

Me dispuse a "aparcar" la brompton en una de las barandillas cercanas a la puerta e inmediatamente salió el vigilante de seguridad que muy amablemente me indicó que por motivos de seguridad no estaba permitido atar ahí las bicicletas. Le dijé que lo entendía y le pregunté si la podía meter en una bolsa. El buen hombre se quedó con la cara de que le estaba tomando el pelo, pero cuando vió cómo la plegaba en seis segundos y la metía en la bolsa negra de transporte le cambió la cara de mosqueado a alucinado. Por supuesto, no me puso ningún problema a entrar con mi "minimaletín" al hombro.

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