Como se sabe, la iluminación en la bici tiene dos aspectos no del todo compatibles: ver y ser visto. Para ver, el foco en posición baja (sobre o al lado de la rueda). Para ser visto, linterna en el manillar, o elemento de luz en la cabeza (frontal, cuernecillos iluminados, antenillas luminosas marcianas de caseta de feria...). En mi caso, especialmente en invierno, atravieso varias zonas apenas iluminadas. No me interesa aumentar el peso de la bici, así que opté por un foco removible a pilas medio potente. A la altura de la rueda me permite ver los baches más gordos. Colocado en el manillar, aparte de iluminar menos el suelo, queda parcialemente tapado por el Touring Pannier cuando lo llevo hasta arriba.
Finalmente he sacado un rato para hacer un apaño fijando en vertical un pequeño segmento de tubo de PVC con dos bridas al soporte del reflectante delantero. En él he fijado el soporte del foco. El conjunto queda por debajo del Touring Pannier cuando está montado, y no compromete la movilidad de la dirección.
Claro que todo esto no sirve para nada si viajas con la bici, te dejas el foco, y te invitan a tomar un gin tonic nocturno en donde los indios escondían las plumas. Pero siempre se encuentra una solución, fijando una vieja linterna de petaca con cinta aislante al soporte de bolsos de la Brompton:
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